Tengo la certeza de que cualquier cambio real en la vida comienza desde adentro. Empieza con el entendimiento profundo de que somos verbo; somos acción. Y si no hacemos uso de ese poder de nuestra voz —ya sea por miedo, por buscar una falsa tranquilidad propia o por el eterno “evitar problemas”—, en realidad estamos huyendo.
Está bien buscar la paz mental, es necesario. Pero no está bien callar ante las situaciones que nos rodean, que nos incomodan o nos molestan genuinamente. Se trata de hablar de frente con quien se tenga que hablar. Se trata de romper el silencio cómplice.
LA ESCALA DE GRISES
Necesitamos entender y abrazar nuestra naturaleza: somos dualidad. Somos profundamente humanos y tenemos el derecho absoluto a enojarnos, a tener días pésimos, a estar apagados. Porque si existe el blanco, inevitablemente existe el negro, y entre ellos, toda una infinita gama de grises.
Debemos aceptar que, si alguien no entiende nuestro punto de vista, es simplemente una percepción desde el otro lado. La razón, lo correcto y lo incorrecto son terrenos subjetivos. Negar nuestra sombra es negar la mitad de lo que somos.
“Negar mi derecho a la sombra es negar mi humanidad: soy blanco, si, pero tambien soy negro; y con ello, vienen los grises…”

“Mi refugio”
Un lugar donde medito y creo ese espacio interno.
me repliego
Atravieso una de esas etapas cíclicas en las que siento que no pertenezco a ningún lado. Una etapa donde la falsedad de la gente me resulta evidente, casi dolorosa. Veo una incongruencia flagrante en la mayoría: las palabras que dicen no corresponden a cómo llevan sus vidas. Escucho críticas hacia otros mientras, justo al lado, están replicando exactamente lo mismo que critican. Pareciera una mala comedia de situaciones obvias.
Esto me vuelve irritable. Mi tolerancia a estar con personas disminuye drásticamente y, por elección, prefiero el silencio externo y nutrir esas charlas conmigo mismo.
mi refugio
A veces, me invade el sentimiento de que solo yo me entiendo y que el intento de comunicación profunda con los demás es fútil. Quizás esté solo en mi mente, pero es mi realidad ahora.
Al final, mi refugio es el hacer. Encuentro en la expresión plástica la vasija perfecta donde depositar estas frustraciones. Es mi terapia; allí, la dualidad toma forma, el peso se aligera y puedo ser, finalmente, congruente con todo lo que siento.





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