La maestra de cuatro patas

Dicen que todo llega cuando tiene que llegar, pero a veces, lo que necesitamos nos encuentra incluso antes de que seamos conscientes de que lo estamos buscando. Hace un par de semanas, en un grupo de WhatsApp, apareció la foto de una perrita husky en adopción. Sin pensarlo, movido por un impulso que no pude explicar, sentí una conexión inmediata y contacté a la persona. No sabía que ese simple acto de intuición estaba a punto de traer a mi vida a una de mis más grandes maestras del aquí y el ahora.

Un salto de fe y un nuevo nombre

La idea de adoptar otra husky venía con una carga del pasado. Tiempo atrás tuvimos a Snow, una cachorrita que, antes de morir trágicamente por parvovirus, era un adorable desastre. Hacía hoyos en el jardín, arrancaba plantas y generaba un caos que, lo admito, a menudo me sacaba de quicio. Con ese recuerdo, la decisión de traer a otra husky a casa era un verdadero salto de fe.

El día que la llevaron a casa para conocerla, algo mágico sucedió. Se aceptó inmediatamente con mis otros tres perros, algo que nos pareció una señal increíble. Su nombre era “Perrita”, pero en cuanto la vi, otro nombre llegó a mi mente con una claridad absoluta: “Gala”. En ese instante, mi esposo y yo supimos que se quedaba. Dejamos atrás el miedo al desorden y decidimos abrirle el corazón y nuestro hogar.

“La vida siempre sabe qué alma necesitas a tu lado y te la presenta en el momento justo”

La lección del aquí y el ahora

Llevamos apenas unos días con ella y ya ha transformado la dinámica de mi vida. El compromiso de mantenerla activa y feliz me ocupa buena parte del día, pero lejos de ser una carga, se ha convertido en una fuente de alegría. Gala evoca en mí un amor inmenso y me inspira a estar en movimiento constante. Se ha convertido en una compañera que me sigue el paso, lista para nuestras próximas carreras juntos.

Su llegada se siente como una bendición perfectamente sincronizada. Apareció en nuestra vida en un momento complicado, y su presencia ha venido a suavizarlo todo. Con su simple existir, me enseña que hay cosas por las que no vale la pena preocuparse. Un perro no se angustia por el ayer ni por el mañana; vive completamente en el presente. Jugar, correr, comer, dormir, dar amor. Gala me conecta con esa verdad fundamental: lo único que realmente importa es el aquí y el ahora. Cada vez que la veo correr feliz o acurrucarse a mi lado, todo el ruido mental desaparece.

Gratitud por un rescate mutuo

Pienso en su historia, en que al parecer fue abandonada, y siento una admiración profunda por la persona que la rescató. Admiro a quienes dedican su tiempo y empatía a sanar a estas almas caninas y a encontrarles un lugar donde puedan ser felices.

Y en ese pensamiento, me doy cuenta de que esto ha sido un rescate mutuo. Nosotros le dimos un hogar seguro, pero ella me ha dado mucho más: me ha regalado una razón para moverme, para reír más, para amar sin reservas y, sobre todo, para anclarme en el presente. Me siento inmensamente agradecido con la vida por haberla traído a nuestro camino.

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